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“La devoción al Sagrado Corazón de Jesús en su más íntimo sentido es tan antigua como el cristianismo. Tiene como libro fundamental los Evangelios, en particular el de San Juan, donde el Corazón de Cristo se expansiona con ternura infinita. Es la devoción al amor de Cristo, al amor increado del Dios eterno y al amor creado de la persona adorable de Cristo, amor que se simboliza en su corazón, como la Patria se simboliza en su Jefe o en su Embajador o en su bandera. Así el amor en lo que el sentir popular siempre ha tenido como órgano del amor, el corazón, que por estar en la persona de Cristo íntimamente unido a la divinidad puede con estricta propiedad ser adorado como merece serlo Dios mismo.
Pero a tiempos difíciles, grandes remedios. Por eso la Providencia divina en estos últimos siglos, en que tanto se ha resfriado la caridad entre los hombres, ha querido hacerles un nuevo y sublime llamamiento poniendo de relieve en Cristo el atributo que más puede conmover una época como la nuestra, el de su amor. Y así en multitud de revelaciones privadas y en el sentir general del Espíritu Santo que ha impulsado una corriente poderosa, se ha propuesto en mil formas este ideal. Jesús es el amor que no cesa de amar a los hombres a pesar de las ingratitudes con que ellos rechazan su amor. Esta idea encontró admirable expresión en el pensamiento tantas veces repetido por el mismo Cristo en sus apariciones de Paray le Monial.”
San Alberto Hurtado
“He aquí este Corazón que tanto amó a los hombres hasta consumirse para testimoniarles su amor. Y como reconocimiento sólo recibe de la mayoría ingratitudes, por las irreverencias y sacrilegios, y por la frialdad y desprecio que tienen conmigo en este Sacramento de amor. Y lo que me duele más es que son corazones a mí consagrados que también proceden de esta manera”
Palabras de Nuestro Señor Jesucristo a Sta. Margarita, en junio de 1675.
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12 Promesas del Sagrado Corazón de Jesús, extraídas de los escritos de Santa Margarita M. de Alacoque, reveladas por el Sagrado Corazón de Jesús.
1. Daré a mis devotos las gracias necesarias a su estado.
2. Pondré paz en sus familias.
3. Los consolaré en sus aflicciones.
4. Seré su amparo y refugio seguro durante la vida y particularmente en la hora de su muerte.
5. Bendeciré abundantemente sus empresas.
6. Los pecadores hallarán en mi Corazón la fuente inagotable de la misericordia.
7. Las almas tibias se harán fervorosas.
8. Las almas fervorosas se elevarán con gran rapidez a gran perfección.
9. Daré a los Sacerdotes la gracia de mover los corazones más endurecidos.
10. Bendeciré las casas en que la imágen de mi Corazón sea expuesta y honrada.
11. Las personas que propagen esta devoción tendrán su nombre escrito en mi Corazón y jamás será borrado de Él.
12. Yo prometo en la excesiva misericordia de mi Corazón, que mi amor todopoderoso concederá a todos los que comulguen los nueve primeros viernes consecutivos la gracia de la perseverancia final: no morirán en mi desgracia ni sin recibir los Sacramentos, haciéndose mi Corazón su asilo seguro en aquella última hora.