La oración es algo muy bueno cuando se practica con una mente pura, es decir, cuando le agradecemos a Dios no solamente por lo que nos da, sino también porque no nos da lo que le pedimos.
¿Por qué?
Porque tanto lo bueno como lo malo tienen un provecho para nosotros.
Dicho de otra manera, incluso cuando no recibimos, realmente estamos recibiendo, porque no hemos recibido algo que no era bueno para nosotros.
Muchas veces esa “desatención” a nuestras peticiones es mucho más beneficiosa. Y lo que a simple vista parecía un fracaso, pasa a convertirse en una auténtica ganancia.
Hermanos queridos, A veces, el estruendo del mundo, junto con las muchas actividades que llenan nuestros días, nos impiden detenernos a ver cómo el Señor conduce la historia.
Sin embargo, nos asegura el Evangelio, Dios está actuando, aunque no nos demos cuenta, como una pequeña y buena semilla que germina silenciosa y lentamente.
Y, poco a poco, se convierte en un árbol frondoso, que da vida y descanso a todos.
Confiemos en Dios, El nos ama a todos.