La acción de gracias después de la Comunión

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“El momento más solemne del día es el consagrado a la acción de gracias, porque tenéis entonces a vuestra disposición al rey de cielos y tierra, a vuestro Salvador y Juez, muy dispuesto a concederos cuanto le pidáis.

Dedicad, si podéis, media hora a la acción de gracias, o a lo menos, extremando las cosas, un cuarto de hora. Sería mejor, en caso de necesidad, abreviar el tiempo de la preparación, para prolongar el de la acción de gracias. Porque ¿cabe encontrar un momento más santo y más saludable que aquél en que poseéis a Jesús entero?

Es tentación corriente la reducir la acción de gracias. Bien sabe el demonio lo que ésta vale, y el amor propio y la naturaleza temen sus efectos. Fijad determinado tiempo para la acción de gracias y nunca le quitéis ni siquiera un minuto sin una razón urgente.

La acción de gracias es absolutamente necesaria cuando no se quiere que un acto tan santo como la comunión degenere en mera costumbre piadosa. “Estad persuadidos, decía San Juan Bautista de la Salle a sus religiosos, que en toda vida no hay mejor tiempo que el de la comunión y el que la sigue, durante el cual tenéis la dicha de tratar cara a cara y de corazón con Jesús”.

El tiempo de acción de gracias es, por tanto, para nuestra alma, el momento de disfrutar de Aquel a quien se ha recibido y a quien se posee, de rendirle homenaje por lo mucho que nos ama, y al mismo tiempo, de gustar las dulzuras confortantes de esta preciosísima posesión. Y no se trata, entendedlo bien, de satisfacer el egoísmo espiritual o una sensualidad más o menos mística; con ello no se hace más que cumplir con un doble deber que nos obliga, así para el divino Huésped de la comunión, que ciertamente merece nuestro aprecio y nuestra complacencia, como para nuestra alma, la cual tiene necesidad de cobrar nuevo vigor, de alegrarse y de gozar santamente de las delicias que se le ofrecen en esta mesa tan exquisitamente servida por el Rey de los cielos.

(…) Entendámonos. No es necesario un estado de vida espiritual muy elevado para poder conversar interiormente después de la comunión. ¿Tenéis buena voluntad? Jesús os hablará y entenderéis su lenguaje, pues es un lenguaje del corazón que todos entienden.

Sed, pues, muy fieles, hasta escrupulosos, en punto a la acción de gracias”

San Pedro Julián Eymard

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