“No se inquieten. Crean en Dios !!

………Para la inquietud humana…Jesús tiene una respuesta divina: “No se inquieten. Crean en Dios y crean también en mí”.

El Señor quiere a los suyos instalados en la paz, en la calma, en la serenidad del corazón; ese es el lugar de residencia del cristiano, su domicilio que no ha de cambiar por nada del mundo: la paz. Sin embargo, la paz profunda- que es gracia de Dios, por cierto- viene de la fe, de ese acto de fe profundo que hemos de hacer en la persona del Hijo: “crean también en mí”, nos dice esta tarde a cada uno de nosotros. Si hoy le queremos pedir al Señor que nos unja con su paz, también hemos de pedirle nos haga capaces de un acto de fe sin reservas, sin condiciones, sin rebajas de ninguna clase.

Cuánto bien nos haría rezar más a menudo la oración que reza el sacerdote en la Santa Misa, antes de la comunión: “Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles: la paz les dejo, mi paz les doy, no tengas en cuentas nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia, y, conforme a tu palabra, concédele la paz y la unidad”.

Padre Claudio Bert (1964/2017)

 

Oración de Sanación del Padre Claudio Bert, para los enfermos y afligidos

Jesús Misericordioso, 
que te acercaste a cuantos sufrían
 en el cuerpo y el espíritu, 
y acariciaste las heridas de muchos enfermos
 con el aceite de tu inmensa bondad, 
te suplicamos que podamos seguir experimentando
 tu cercanía saludable entre nosotros, 
especialmente en el misterio de tu Presencia
 en el don de la Eucaristía. Amén

P. Claudio Bert (1964/2017)

1barraflores

orar interiormente en silencio

«La oración es propia del corazón, no de los labios, pues Dios no atiende las palabras del que suplica, sino mira el corazón del que ora.

Pero ora en secreto y calla la boca en secreto y la voz calla, aunque (la plegaria) se oculte a los hombres, no puede ocultarse a Dios, que está presente en la conciencia.

Efectivamente, es preciso orar interiormente en silencio, sin sonidos de palabras, que con las solas palabras, sin aplicación de la mente »

San Isidoro de Sevilla: del libro III de las sentencias, cap VII, 744

 

Todos elevados con Jesús

La muerte y resurrección de Jesús es la forma que Dios tiene de abrir a todos los seres humanos la puerta hacia la vida eterna.

Jesús dijo: Y yo, cuando sea levantado sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí (Juan 12,32).

Y es verdad, todos los seres humanos, de todos los tiempos y lugares, son elevados con Jesús en la cruz, hacia la vida nueva de la resurrección.

Es de este modo como la muerte de Jesús es una muerte para toda la humanidad, y la resurrección de Jesús, una resurrección para toda la humanidad.

Ninguna persona, del pasado, del presente o del futuro, está excluida del gran pasaje de Jesús de la esclavitud a la libertad, de la tierra de cauteverio a la tierra prometida, de la muerte a la vida eterna.

Henri Nouwen

Ven Espíritu Santo

HIMNO

Ven, Espíritu divino,
manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre;
don, en tus dones espléndido;
luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo.

Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.

Entra hasta el fondo del alma,
divina luz, y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre,
si tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado,
cuando no envías tu aliento.

Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas, infunde
calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.

Reparte tus siete dones,
según la fe de tus siervos;
por tu bondad y gracia,
dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse
y danos tu gozo eterno. Amén.

El Espíritu Santo y sus Dones

 

Los siete dones del Espíritu Santo pertenecen en plenitud a Cristo. Completan y llevan a su perfección las virtudes de quienes los reciben. Nos hacen dóciles para obedecer con prontitud a las inspiraciones divinas.

Don de sabiduría

Nos hace comprender la maravilla insondable de Dios y nos impulsa a buscarle sobre todas las cosas, en medio de nuestro trabajo y de nuestras obligaciones.

Don de inteligencia

Nos descubre con mayor claridad las riquezas de la fe.

Don de consejo

Nos señala los caminos de la santidad, el querer de Dios en nuestra vida diaria, nos anima a seguir la solución que más concuerda con la gloria de Dios y el bien de los demás.

Don de fortaleza

Nos alienta continuamente y nos ayuda a superar las dificultades que sin duda encontramos en nuestro caminar hacia Dios.

Don de ciencia

Nos lleva a juzgar con rectitud las cosas creadas y a mantener nuestro corazón en Dios y en lo creado en la medida en que nos lleve a Él.

Don de piedad

Nos mueve a tratar a Dios con la confianza con la que un hijo trata a su Padre.

Don de temor de Dios

Nos induce a huir de las ocasiones de pecar, a no ceder a la tentación, a evitar todo mal que pueda contristar al Espíritu Santo, a temer radicalmente separarnos de Aquel a quien amamos y constituye nuestra razón de ser y de vivir.

 

Al Espíritu Santo

 

El mundo brilla de alegría.
Se renueva la faz de la tierra.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.

Esta es la hora
en que rompe el Espíritu
el techo de la tierra,
y una lengua de fuego innumerable
purifica, renueva, enciende, alegra
las entrañas del mundo.

Esta es la fuerza
que pone en pie a la Iglesia
en medio de las plazas
y levanta testigos en el pueblo,
para hablar con palabras como espadas
delante de los jueces.

Llama profunda,
que escrutas e iluminas
el corazón del hombre:
restablece la fe con tu noticia,
y el amor ponga en vela la esperanza,
hasta que el Señor vuelva.

Dichosos!…..

 

Dichosos los que, oyendo la llamada
de la fe y del amor en vuestra vida,
creísteis que la vida os era dada
para darla en amor y con fe viva.

Dichosos, si abrazasteis la pobreza
para llenar de Dios vuestras alforjas,
para servirle a él con fortaleza,
con gozo y con amor a todas horas.

Dichosos mensajeros de verdades,
que fuisteis por caminos de la tierra,
predicando bondad contra maldades,
pregonando la paz contra las guerras.

Dichosos, del amor dispensadores,
dichosos, de los tristes el consuelo,
dichosos, de los hombres servidores,
dichosos, herederos de los cielos. Amén.

 

El amor permanece …..

«La esperanza y la fe terminan cuando morimos. Pero el amor permanece. El amor es eterno. El amor viene de Dios y vuelve a Dios.

Cuando muramos perderemos todo lo que la vida nos da, excepto el amor.

El amor con que vivimos nuestras vidas es el amor de Dios en nosotros. Es el núcleo divino indestructible de nuestro ser.

Este amor no solamente permanecerá sino que también llevará fruto, de generación en generación.

Cuando nos acerquemos a la muerte digámosle a los que dejamos atrás: Que sus corazones no se perturben, porque el amor de Dios que vive en mi corazón vendrá a ustedes, y les ofrecerá consuelo y les reconfortará».

Henri Nouwen
Pan para el viaje

Dos Misterios

 


«Evidentemente, al afirmar que Dios es amor, no estamos resolviendo el misterio de Dios.

Estamos tocando, un misterio con otro misterio.

Pues el amor mismo es tan incomprensible como Dios… Sin embargo tenemos experiencias de amor en nuestra vida. Y estas experiencias pueden ayudarnos con tantita mayor claridad a conocer quièn es Dios».

 

William H. Shannon
Silencio en llamas