Ay de mí…

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Ay de mí si no predicara el evangelio.

Ay de mí si no predicara la gracia de Dios.

Ay de mí si no predicara la necesidad de conversión.

Ay de mí si escondiera al pecador las consecuencias del pecado.

Ay de mí si predicara la puerta ancha que lleva a la perdición y no la estrecha que lleva a la salvación.

Ay de mí si predicara una misericordia falsa que en vez de librar al hombre del pecado le deja esclavo del mismo.

Ay de mí si predicara lo que el mundo quiere oír en vez de lo que el mundo necesita oír.

Ay de mí si predicara que se puede ser cristiano y vivir como si se fuera pagano.

Ay de mí si no tuviera pasión por las almas.

Ay de mí si no buscara el perdón de Dios cada vez que caigo.

Ay de mí si permaneciera impasible mientras otros son conducidos por las sendas del error y la perdición.

Ay de mí si, por pura gracia, no pongo por obra aquello que predico.

Ay de mí si no soy santo.

Ay de mí si permanezco esclavo de mi carnalidad en vez de entregarme en manos del Espíritu Santo para que entierre todo aquello que me separa de Dios.

Ay de mí si llamo Señor a Jesucristo y no dejo que se enseñoree de mi vida.

Ay de mí si no respondo a tantas gracias que Dios me da.

Ay de mí si la caridad no encuentra campo abonado en mi alma.

Líbranos Señor, de la condenación eterna y cuéntanos entre tus elegidos.

María, Madre de Dios y madre nuestra, llévanos siempre a Jesús.

¡Santidad o muerte!

 

Luis Fernando Pérez Bustamante

El demonio huye del  + agua bendita +

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“Me dices que por qué razón te recomiendo siempre, con tanto empeño, el uso diario del agua bendita.

-Muchas razones te podría dar. Te bastará, de seguro, esta de la Santa de Ávila: “De ninguna cosa huyen más los demonios, para no tornar, que del agua bendita”

San Josemaría E. de Balaguer, Camino

El demonio no tiene tanto poder para vencernos como para tentarnos

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“El diablo tiene cierto poder; sin embargo, las más de las veces quiere hacer daño y no puede porque este poder está bajo otro poder […], ya que Quien da facultad al tentador, da también su misericordia al que es tentado. Ha limitado al diablo los permisos de tentar”

San Agustín, sobre el Sermón de la montaña, 2

“El diablo no puede dominar a los siervos de Dios que de todo corazón confían en Él. Puede, sí, combatirlos, pero no derrotarlos”

Pastor de Hermas, Epílogo sobre los Mandamientos, 2